Wednesday, November 30, 2005

Épée blanche

El Amor, como la Tauromaquia, es lance a vida o muerte. Un duelo a primera sangre; o a sangre toda, porque a veces alguien se deja la vida en el envite, y renace nuevo, a otra vida, el mismo pero distinto. Un bautismo de amor como bautismo de fuego.

Sin ese bautismo no se puede llegar a Amador. No hay Amador sin cicatrices.
Luego está la destreza y la flexibilidad, el denuedo y el coraje. Y el fuego: hay quien se consume pronto y quien puede arder mejor y más tiempo.

Dispuestos a matar y a morir. Preparados para dejarse la sangre en el empeño. Espada desnuda y sin coraza. Como Garcilaso. Sólo eso cuenta.

Los otros, los que sólo quieren un simulacro banal de punta roma, pertrechados de armadura y defensas, no merecen siquiera pisar la liza del Amor. Tampoco la encontrarían -no la ven- aunque estuvieran justo encima.

Olvido negro para la espada negra.

Espada blanca y camisa blanca: las armas del Amador.

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